miércoles, 24 de diciembre de 2014

Regreso a Scintilla


Todo acabó de forma abrupta. Un fogonazo, una onda de choque, y donde se encontraba el portal al Teseracto sólo quedó un vacío con una forma esférica perfecta. El remolino de nubes de tormenta que rodeaba la isla despareció como si nunca hubiese existido, dejando atrás la estela de un gigantesco rostro aullando. Gracias sean dadas al Emperador, la mayor parte del grupo consiguió sobrevivir al impacto, evitando lo peor de la explosión a duras penas. De Nonesuch y de Naim Kobler, ni rastro.

El Inquisidor Herrod, llegado en los momentos posteriores a la explosión, observó la destrucción y desapareció entre las brumas del pantano dejándoos a vuestra suerte.

Salir de ese maldito planeta fue duro. Agotados y heridos, vagasteis por los pantanos durante lo que os pareció una eternidad, asediados por el agresivo hábitat. Finalmente, por suerte, destino o una oscura voluntad, alcanzasteis Asabmom, la única metrópolis del planeta, fundada en los tiempos de la Cruzada Angevin. Allí conseguisteis convencer a las autoridades de vuestra pertenencia a los Sagrados Ordos, y enviar un mensaje a Scintilla. Cuando pisasteis de nuevo la capital del sector, habían transcurrido seis meses desde vuestra partida.

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